ARTISTAS INTERNACIONALES COMPARTEN LA VIDA DE LOS REFUGIADOS SAHARAUIS
Campamento de refugiados
de Bojador, Tinduf (Argelia), 29 de octubre de 2012.
Es la segunda vez que
vuela desde Japón hasta los campamentos de refugiados en el desierto argelino,
donde encontró un pueblo al que admira pues, a pesar del drama del exilio
y las precarias condiciones de vida, tiene un sentimiento de alegría y
paz. Y estä dispuesta a venir una tercera.
KIMIKO MONOMOURA
desarrolló el pasado año en los Encuentros Internacionales de Arte y
Derechos Humanos un proyecto con las familias de los desaparecidos
saharauis y en esta VI edición de ARTIFARITI hará que decenas de campanas
usadas en rituales tradicionales japoneses den protección al pueblo
saharaui.
“Este es un lugar difícil
para mí, pero mi corazón se refresca”, dice Kimiko, una joven menuda e inquieta
que reparte sonrisas y abrazos a los saharauis que la recuerdan del pasado
año. “Comparto con ellos la comida, las risas, juego con los niños, a los
hombre les encanta bromear, todo tiene un sentido de felicidad porque luchan
por un Sahara libre” relata con viveza Kimiko.
Como Kimiko, un centenar
de artistas y estudiantes de quince países comparten su estancia en ARTIFARITI
2012 en las jaimas saharauis; duermen en el suelo,
comen arroz, pasta, carne de camello, dátiles…, según las posibilidades
de su familia de acogida. Sobre todo saborean el té en largas sesiones de conversación,
como el pasado viernes con motivo de la tradicional fiesta del cordero, el
eid, día que los artistas interrumpieron sus trabajos para pasar la
jornada con las familias y vestir muchos de ellos la tradicional ropa saharaui,
la melfa las mujeres y la darrah los hombres.
TOM CHAN, procedente de
Hong Kong, está sorprendido por la hospitalidad saharaui y se muestra
emocionado al contar como se han preocupado cuando ha estado enfermo. “Hay que
aprender de su cultura y darla a conocer y el arte puede ser un medio efectivo.
Hay muchas injusticias en el mundo que hay que divulgar”.
Para el polaco ANDRESJ
SYSKA la estancia en Artifariti es una experiencia extraordinaria: “Había oído
algo, pero la realidad es muy diferente. Vengo del país de la solidaridad y se
muy bien por lo que luchan; los sueños de los polacos se realizaron hace años y
espero que los de los saharauis se hagan realidad en el futuro.
La estadounidense TASHA
DOREMUS cada mañana se pregunta como esta gente ha aguantado con tanta
paciencia, día tras día. “Noto que la juventud está furiosa y tiene necesidad
de una solución”, dice, pero a pesar de estas circunstancias adversas se
sorprende de su optimismo. “Hay que tener mucha energía para vivir aquí”,
asegura. Ve una similitud entre el
Sahara Occidental y Palestina y se pregunta porqué los palestinos están mucho
más en los medios.
Esta semejanza de la
causa saharaui con la palestina es compartida, también, por la británica SAM
JURY, pero denuncia la falta de apoyo del mundo árabe a los saharauis.
Después de haber vivido
en otras ciudades musulmanas, Sam se sorprende por la capacidad de acogida de
los saharauis: “ Es una convivencia en la que todo se comparte y, a pesar de
dormir en el suelo, la sensación es confortable”, y concluye que la única
forma de luchar “es la política, dentro de la legalidad internacional”.
LUTZ HENKE desconocía que
había tantos refugiados en los campamentos y detalles del conflicto, como
asegura “le ocurre a la mayoría de la gente en Alemania” de donde es él,
y se muestra asombrado de la tenacidad de este pueblo: ”Levan 36 años sin ir a
otro lado, esperando volver a su tierra, triunfar en su lucha y,
mientras, viven y mueren aquí. Ojalá un día se resuelva todo como
esperan”. Dice estar feliz con su familia saharaui y que para los niños
de la casa ya es Mohanad.
El suizo GILLES
FONTOLLIET es escéptico sobre la solución a la problemática de los saharauis,
reflexiona sobre la larga estancia en los campamentos y teme que la situación
no vaya a cambiar mucho en los próximos años. “La gente construye casas, están
trasladando su país aquí, incluso el nombre de las ciudades, parece que su
futuro está aquí y eso me sorprende”.
En una línea similar se
manifiesta el mexicano YEHECATL VELAZQUEZ, pues
cree que las nuevas generaciones no ven la vida en los campamentos como
algo temporal y lo consideran ya su casa, “aunque saben que están en conflicto
y dispuestos a ir a la guerra”.
El colectivo español LEFT
HAND ROTATION destaca el humor de los saharauis como herramienta cultural: ”El
humor, con lo que nosotros trabajamos, es universal y con el superamos las
barreras de la convivencia. “Nuestro trabajo –afirman- no va a solucionar su
problema, pero el arte sí puede hacer que vaya subiendo peldaños, a ayudar a
recuperar su identidad no territorial, al estar en el exilio y, a la vez,
conserva su identidad no ligada al territorio. Vemos una sensación de comunidad
que en Europa no encontramos. Es importante haber venido”.
La utilidad de la
presencia de los artistas internacionales en los campamentos de refugiados es
resumida por ISIDRO LÓPEZ APARICIO, comisario de Artifariti 2012: “El arte es
un vehículo para denunciar el olvido y la injusticia que vive la causa
saharaui. La lucha armada no existe, pero el compromiso humano es intenso y
activo. Desde el arte se pueden generar estrategias y acciones que impacten en
los medios para provocar una presión social que trascienda al ámbito político y
de esta forma conseguir la liberación del Sahara Occidental. Estamos
promoviendo un cambio”.
Artistas y amigas del pueblo saharaui visten la tradicional melfa el día del Cordero